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martes, 4 de enero de 2011


En principio todos tenemos la idea -más o menos reflexionada o intuitiva- que practicar deporte de manera habitual es una actividad positiva para los niños y las niñas, especialmente si es un deporte de equipo.

A los niños y a la niñas desde muy pequeños les gusta el movimiento, la actividad física, con lo que aprenden a utilizar el cuerpo y a quemar energías. También, cuando van haciéndose mayores, les gusta realizar actividades con otros, para sentirse miembros de un grupo y conseguir cosas juntos, sea un resultado de una competición deportiva, un dibujo colectivo o una actividad de investigación escolar. Y evidentemente, y así lo dicen los especialistas, que el deporte para los pequeños puede ser un juego, una fuente de placer por el que tiene de actividad física, de superación personal y de relación con los otros, convirtiéndose en un elemento más de su educación. 

EL DEPORTE PARA EDUCAR, NO EDUCAR PARA EL DEPORTE
Cuando se trata de deporte infantil, no se pueden marcar como objetivos el de educar para el deporte ni el de hacer deportistas de élite. Sino, al contrario hay que aprovechar el que tiene de positiva esta actividad para educar, y propiciar que los niños y niñas se formen como personas que, en un porcentaje muy alto, no llegarán a ser deportistas profesionales y que, como mucho, podrán seguir a lo largo de la vida utilizando el deporte para su distracción, favorecimiento de relaciones personales y mantenimiento de una forma física y mental.
Las madres y los padres tienen un papel muy importante en relación a la práctica del deporte de sus hijos e hijas, como responsables primeros que son de su educación. Como cada actividad de los pequeños, es necesario que los padres sepan qué es lo que pretenden facilitándoles a sus hijos la actividad deportiva, si quieren que sea un elemento más en su educación o que les complique la vida y dificulte su crecimiento como personas.

Si después de reflexionar se percatan que desean que el deporte ayude sus hijos en su educación física, emocional y de relaciones, deberán tratar de hablar con ellos cuando ganan y cuando pierden, cuando los ponen en el primer equipo y cuando los tienen sentados de suplentes, cuando marcan un gol o cuando no les han pasado el balón... E ir enseñándoles la necesidad de ganar para saber perder y perder para saber ganar, y que aquello más importante no es ni ganar ni perder sino jugar y pasarlo bien. 

1 comentario:

  1. La verdad es que todos cuando vemos a nuestros hijos o sobrinos queremos que ganen y que se sientan felices por ello, pero además se les ayuda a entender que cuando pierden no es lo peor del mundo. Hay muchos niños que se toman una gran rabieta cuando no les salen las cosas como ellos quieren, pero eso es gran parte problema de los padres y de la forma en que se les incita a afrontar esas situaciones.

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